Adcciones del siglo XXI, adicción a las compras, adicción a los centros comerciales, adictos a gastar dinero.

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Compras imprevistas y regalos para uno mismo


Todas las compras impulsivas no revelan, ni mucho menos, una toxicomanía. Toda compra comporta una parte de imprevisto. Para convencerse de ello, basta con hacer el inventario de lo comprado durante unas compras recientes y compararlo con lo que se había previsto comprar. La diferencia corresponde a las compras impulsivas. Así, los especialistas de márketing han establecido que entre un 25 a un 60% de las ventas de un centro comercial son compras imprevistas. Todo está en juego para estimular al consumidor, y las astucias ya descritas en Au bonheur des clames se han refinado: perfumes, músicas, disposición de los escaparates, promociones excepcionales, seducción de las presentaciones y de los envoltorios, son otros tantos pretextos que según Robert Rochefort, director del CREDOC, suscitan «el pudor del consumidor que no se atreve a confesar aquello que le gusta o desea».

Cada uno de nosotros, incluso si resiste al deseo de cambiar de coche, o de irse una semana a las Sheychelles, se deja sorprender cotidianamente por gastos imprevistos. La mitad de los ciento cincuenta clientes interrogados en una gran superficie confesaban haber cedido a una compra impulsiva, que enseguida habían considerado como inútil. Algunas de estas compras, las más frecuentes sin duda, representan los regalos que uno se hace a sí mismo. Rompiendo con las
compras cotidianas, esos "autorregalos", estudiados por Mick y Demoss, dos psicólogos americanos, son una forma de recompensarse, muy alentada por los mensajes publicitarios: «Date un gusto... Piensa en ti...»



El análisis de regalo a uno mismo que proponen nuestros dos psicólogos no es muy elaborado: «Imagine que su mejor amigo celebra su aniversario, un éxito profesional, o que está deprimido después de su divorcio... Para demostrarle su simpatía, su apoyo, a usted le gustaría hacerle un regalo. Si resulta que este mejor amigo es usted mismo, no dudará en ofrecerle un obsequio...» Esta práctica del "regalo-recompensa" está bastante alentada; incluso algunos psicoterapeutas la consideran
como un refuerzo positivo útil en algunos tratamientos contra la obesidad, contra el tabaquismo, o en aquellos trastornos de la conducta que provocan una frustración prolongada. Ni la compra imprevista, ni el regalo hecho a uno mismo son, precisémoslo, compras compulsivas. Se habrá adivinado, no obstante, que esta manera de premiarse puede conducir entre los sujetos frágiles a tomar demasiado a menudo esta vía de acceso fácil a una satisfacción rápida. La intensidad del placer, su repetición, su accesibilidad pueden conducir a la dependencia.

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